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Belgrado


Belgrado, la ciudad del fuerte blanco. De la confluencia del Sava con el Danubio, la frontera. La ciudad de la guerra y los bombardeos. De los viejitos que juegan ajedrez en el parque y te invitan frambuesas. La ciudad de los amigos por unas horas y de las puestas de sol frente al Danubio. De las lluvias de verano. Del Rakija y el ziveli. La ciudad donde cumplí los 100 días de viaje y celebré el solsticio de verano dejando que una tormenta me cayera encima. La ciudad dónde perdí mis zapatos.

Belgrado fue la segunda ciudad en mi ruta por los países de los balcanes y para entonces ya me había dado cuenta que con unos días no me alcanzaría y que ver las capitales de los países y pretender conocerlos era de risa. Pero aún así intenté hacer lo máximo que pude de mi visita y llevarme una pincelada completa de esta ciudad que pocos miran al ver el mapa.

Las carreteras de estos países son más parecidas a las latinoamericanas que todas las otras que he visto. Hay un dejo de seguir en construcción, de tomarse las cosas con calma, de no tener baño así que debes parar en el camino. Y a veces paras en el camino sólo porque el conductor quiere comer algo. Así 400 kilometros se transforman en 8 horas de viaje. Y los días se pierden- o se ganan- viajando. Salí de Sofia con más de una hora de retraso, perdí la señal de internet en Nis y terminé llegando a las 11 de la noche a lo que solo puede ser descrito como una parada de micro. Si había un terminal, no lo vi.

Y ahí me quedé, sin señal y de noche, pero con la captura de pantalla de la ruta que debía seguir para llegar al hostal en 15 minutos caminando. Hay una razón por la que no tomé uno de los taxis que tanto me insistían. Sabía, como sabemos los de países "tercermundistas", que me iban a estafar. Y en ese momento que no tenía como acceder a cajeros y debía racionar mi dinero para que me alcanzara hasta Croacia (una semana después), no podía darme el lujo de ser estafada.

Así que tomé una de las pocas decisiones estúpidas del viaje - que resultó bien- y partí caminando de noche sola por lo que sólo parecían plazas y calles de mala muerte, con jóvenes tomando. Después de desvíos a las zonas con más luz y decirme que las cosas solo parecen más peligrosas de noche terminé llegando sin ningún problema al hostal, solo para descubrir que en realidad eran aún las 10 y podía irme a buscar algo para comer. Porque sí, en Belgrado las cosas funcionan hasta después de las 10 de la noche.

Después de una noche de muchos ronquidos, me levanté para ir a recorrer la ciudad. Cómo era una completa ignorante respecto a la historia en esta parte de Europa y los tours habían sido tan buenos en Sofia, decidí seguir la misma lógica y conocí al guía turístico con el que aprendería algo nuevo cada día.

Fue durante esa primera caminata que supe que Belgrado recibía su nombre por su fuerte, ya que Beograd significa piedra blanca y era lo que más sobresalía si te acercabas a la ciudad por el río. También aprendí que la posición estratégica de la ciudad en la confluencia del Sava y el Danubio la hicieron una ciudad muy deseada y por lo mismo tiene una historia muy violenta de diversas conquistas.

Fue en ese mismo tour donde conocí a una española con la que terminé compartiendo el resto del día, mientras nos caminábamos toda la ciudad y estábamos muy felices de poder hablar en español. Atravesamos la ciudad y luego nos devolvimos para llegar al río, me decepcioné con los mosquitos, nos perdimos tratando de llegar al fuerte, pero nos las arreglamos para llegar justo a la puesta de sol.

Y esa misma fue la tónica de mis otros días en Belgrado, con personas distintas. Belgrado fue esa ciudad en la que pude conectar con muchos viajeros solitarios y tener conversaciones realmente profundas con personas que no he vuelto a ver. Recuerdo esas cervezas mientras mirábamos el río y hablábamos de lo que es viajar, de como conectas con otros, pero ya te tienes que ir. De como lo idiomas se te enredan en la cabeza y pasas de uno al otro ya sin saber.

Recuerdo esa tormenta de verano que nos cayó encima cuando fuimos a ver la puesta de sol y nos encontramos con los juegos de luces en el cielo. Recuerdo correr y correr y chapotear y tener que llegar a ducharme para entrar en calor. Y recuerdo de como nos reímos después porque para ser alemana, no era la más puntual de todas las personas.

Recuerdo las palabras del guía acerca de la historia del siglo XX, de las ocupaciones, de los rusos sacando a balazos a los nazis, de los bombardeos, de la guerra, de los niños muertos, de los edificios aún con cicatrices, de Tito, de la ex-yugoslavia y el comunismo. A lo largo de todas esas caminatas, Belgrado iba cobrando vida para mí. Y se iba llenando de contrastes, porque junto a todo eso, también me mostraba la simpatía de la gente.

Belgrado es también la ciudad de la amabilidad. Dónde vas a una fiesta sin conocer a alguien y terminas con amigos. De viejitos que se sientan en la otra esquina de tu banco a comer frambuesas, y sin una palabra, las comparten contigo. De personas que con paciencia te venden un pasaje a Sarajevo y te explican todo lo que debes saber para tomar el bus.

Es una ciudad que quiere vivir, porque sabe que el mañana es inseguro. Al brindar no te desean salud, te dicen - ziveli - que se traduce más o menos como let's live. Vivamos que la vida se nos acaba. Vivamos - y seamos felices- ahora que estamos vivos.

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Datos útiles

¿Cómo llegar a Belgrado?

- Probablemente la manera más sencilla de llegar a Belgrado es a través de Budapest, aunque yo no lo hice así porque iba siguiendo otra ruta. Desde Sofia hay un tren, pero en ese momento no funcionaba. Dentro de las líneas de buses - y mi desconocimiento de cirícilo. yo sólo encontré una línea que se llama Florentiabus. Esa maravilla, (donde además me hablaron en italiano al comprar los pasajes en Bulgaria!) conecta la ciudades de Florencia con Sofia en un viaje de ida y vuelta (y pasa por Belgrado). Además de Zagreb y Lubiana antes de llegar a Italia. Tiene un bus diario y ese fue el que utilicé para ir desde Sofia a Belgrado y llegué a las 10 de la noche. Consideren que moverse en bus por acá es lento, por todo lo que paran los buses.

- Otra opción es venir desde Bosnia. Yo fui desde Belgrado a Sarajevo, pero me imagino que de vuelta debe ser similar. Dada la división actual de Bosnia, en Sarajevo hay dos estaciones de buses. Una en la parte norte de la ciudad, que está muy bien conectada al centro. Y otra en la parte sur-oeste de la ciudad, en lo que se conoce como la República Srpska. . Es desde aquí donde llegan y parten los autobuses a Belgrado. Puede ser un poco confuso y más difícil de llegar y salir, pero se puede hacer sin problemas. Aquí hay un post que me sirvió mucho al buscar información: http://conmovimiento.com/como-viajar-a-sarajevo/

- La moneda es el dinar. Puedes cambiar en las casas de cambio o sacar del cajero si lo tienen habilitado.

- En general, para europeos e incluso chilenos, Serbia es un país muy barato con una cultura gastronómica típica muy buena.

- Su bebida alcohólica es el Rakija, y es un poco dulce, te lo van a invitar bastante.

- Recomiendo mucho hacer los free walking tour. Yo aprendí muchísimo con ellos y creo que valen la pena para conocer la historia de Belgrado y Serbia de otra manera. Los pueden buscar como Free Belgrade walking tour http://www.belgradewalkingtours.com/ Yo hice 3 el de Downtown, 20th century tour y el Communist tour (y este último lo recomiendo muchísimo).

- Lo mejor para visitar es manejarse con un buen nivel de inglés. Es un país donde el turismo está recién comenzando y están felices de recibir a personas que quieran conocer de su historia.

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