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Gante


Parecía una carrera por verlo todo en la menor cantidad de horas posibles. ¿dos ciudades en un día? Pero no hay presupuesto tan pequeño que un poco de ambición no pueda conquistar. Y así, me llevé una pincelada de Bélgica que no fue sólo un check en la lista de países que tenía en mi cabeza desde esa tarde en inglés en el colegio donde empecé a enumerar todos los países que quería ver y con pánico creciente veía como esa lista llenaba hojas. ¿Estaba Bélgica ahí? No lo puedo recordar. Porque esa lista ha seguido creciendo en mi cabeza, intangible e imposible de conquistar.


El mundo parece demasiado grande para que una persona tan pequeña pueda aprehenderlo todo. Pero ese día pude ver un trocito de Bélgica y hoy ya no sé si es más significativo pasear una tarde por unas calles absorbiendo cada pequeño detalle, que vivir en una ciudad durante meses en la rutina que te muestra la vida a punta de la persistencia que tiene el agua al horadar la piedra.

Gante fue el antídoto perfecto a Brujas. Me bajé en la estación y guiada por mi teléfono emprendí el camino a lo que parecía una tarde de lluvia buscando los atractivos turísticos que me mostraba google maps. Pero a medida que las cuadras pasaban, las nubes se despejaban y para cuando llegué al centro me encontré en pleno festival de música al aire libre. Escenarios con todo tipo de conciertos, cerveza y papas fritas por todas partes, niños, parejas, amigos. Así que cual antropóloga tiré los planes por los aires y me dedique a observar a la gente que vivía una preciosa tarde de verano.


No puedo decir que sepa como es Gante, pero sí puedo decir que a veces en las tardes de verano, sin pensar si es día de semana o no, la gente sale a vivir a las calles. Y se ríen y se sientan en terrazas a beber cerveza y escuchar música. Disfrutan con una niña de dos años que no puede aguantar el ritmo y se pone a bailar. Disfrutan de artistas callejeras que tocan canciones de películas en sus violines. Disfrutan y cantan canciones que yo no puedo entender.

Así que para mí Gante es eso. La historia de sus calles, iglesias y castillos antiguos rodeados de escenarios de música, canales y gente que ríe. Es una cerveza de frambuesa con un vaso plástico que aún no sé si me robé o no. Es ese paso de la lluvia al sol más brillante. Y es tener que correr a un tren sin las ganas de irme. A veces pienso que todas las semanas de la vida se merecen al menos una tarde como la que yo tuve en Gante. Una tarde de sorpresa, de cervezas y música al aire libre, de gente disfrutando el verano intensamente porque no sabemos cuanto va a durar.

Galería

Datos útiles

- Gante está bien conectada por trenes y buses. Y si vas con tiempo las distancias son caminables.

- Me dedique a escuchar los conciertos al aire libre y pasear por las calles, pero sé que existen walking tours y en muchos de los edificios se puede entrar. Creo que Gante es una muy buena ciudad para hacer noche y vivir su vida nocturna y recorrer por el día otras ciudades como Brujas, que quedan a menos de una hora en tren. Bélgica es pequeño y en un día lo cruce casi completo desde la frontera con Alemania en Aachen hasta llegar a Brujas.

- Para los ciudadanos europeos menores de 26 años hay un pase en tren que sale muy barato y dura toda la semana, te hacen la tarjeta ahí mismo y debes preguntar en la boletería.

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